sábado, 13 de octubre de 2012

Educación, Comunitarismo y Autoritarismo en Bolivia

Sep 242006
 
En Bolivia, y en particular en lo que es educación, se ha hablado de la aparición de un nuevo “modelo comunitario y descolonizador” de educación. Su principal exponente y defensor es el Ministro de Educación, Felix Patzi, quien promovió y dirigió el Congreso de la Educación en Bolivia con el objetivo de “rediseñar la fracasada Reforma Educativa”:
“El Gobierno presentó ayer su propuesta educativa que apunta hacia un modelo comunitario, descolonizador, científico, productivo, intercultural y plurilingüe, que responda a las características socioculturales del país; y que será aplicado tanto a la educación fiscal como a la particular, en universidades públicas y privadas.” (La Razón, 07/06/06).
Aún cuando en general soy partidario de mejorar las estructuras existentes y no eliminarlas radicalmente para reemplazarlas por otras sobre las cuales se conoce poco, ofreciendo el beneficio de la duda, es importante conocer lo que Patzi quiere decir con modelo “comunitario” de educación. Es cierto y lo acepto, más interesante, pero también más espinosa, es la discusión sobre lo que significa un modelo “descolonizador”, pero dejemos eso para una otra oportunidad, notando solamente que comunitario y descolonizador van de la mana en la visión de Patzi, Morales y sus seguidores.
Entonces, cuando Patzi nos dice que la educación en Bolivia será comunitaria, el ministro plantea que decisiones ya no estarán en manos de las personas, sino que serán tomadas por la comunidad o respetando una colectividad. La pregunta natural es entonces, ¿qué entendemos por comunidad en este contexto?, o más importante, ¿qué es lo que Patzi entiende por comunidad?
Definamos entonces lo que se entiende por “comunitario” o “comunidad”, ya que la definición clara de este concepto puede ayudar a alcanzar el objetivo de entender a Patzi. No pretendo, sin embargo, entrar en largas discusiones sobre el comunitarismo filosófico o ideológico, aun cuando probablemente será imposible separarse completamente de estas perspectivas, particularmente de la segunda, que parece ser el motor que mueve al ministro.
El concepto de comunidad puede entenderse de varias formas:
Comunidad geográfica, aquella que reúne a miembros que comparten un mismo espacio físico o geográfico, sea un barrio, villa o ciudad. La comunidad, en esta acepción puede entenderse como el “hogar” o entorno físico con el cual un individuo está familiarizado. Esta es la definición más ampliamente entendida al hablar de comunidad.
Comunidad ancestral o de memorias colectivas. Se refiere al conjunto de individuos, extraños entre sí, pero que comparten historia ancestral de varias generaciones en el pasado. Esa misma historia común es la que mueve a estos individuos a buscar un “futuro común”. Ejemplo de este tipo de comunidades son los grupos basados en similares características etno-culturales y lingüísticas. En Bolivia las comunidades aymara, quechua, guaraní, etc., son un ejemplo. Nótese que estas comunidades comúnmente trascienden las fronteras nacionales y regionales.
Comunidad psicológica es aquella que se forma por la interacción directa de sus miembros, los que no necesariamente tienen una misma localización geográfica o comparten un historia común. Un ejemplo muy reciente son las comunidades “on-line” que comparten e interactúan en forma directa a pesar de estar en diferentes lugares y tener historias, lenguas, costumbres, etc.
muy distintas.
Patzi, y la mayoría de los autodenominados “originarios” del gobierno del MAS tienen una visión de la comunidad basada en su historia ancestral, de ahí las constantes menciones a la “cosmovisión andina”, la “recuperación de la dignidad de los pueblos indígenas después de 500 años”, la “descolonización”, etc., etc. De ahí también, la búsqueda de la educación en idioma originario (que dicho sea de paso ya es obligatoria en las normas de educación vigentes). El problema es que el comunitarismo (ideológico), muchas veces se ha deslizado por una resbalosa pendiente hacia el autoritarismo, caracterizado por la completa falta de respeto por todo aquello que no se adscribe al pensamiento de la comunidad. Patzi es un claro ejemplo, él no sólo ha llegado a extremos de proponer la eliminación de participación de los padres en las decisiones sobre el tipo de educación que quieren para sus hijos, sino que incluso ha buscado la eliminación de la (materia de) religión y la imposición para la enseñanza de idiomas originarios en colegios privados. Incluso se ha salido de su esfera de responsabilidades y ha propuesto que todo funcionario público (incluyendo embajadores) hable un idioma nativo como “requisito indispensable”. No es de extrañar, claro, que otro “originario”, el canciller Choquehuanca haya sido el primero en alabar tan descabellada y discriminatoria idea.
Todo esto naturalmente desconoce la existencia de comunidades geográficas y psicológicas y muestra claros rasgos de autoritarismo. Ese mismo autoritarismo que el gobierno se ha empeñado en mostrar en otros ámbitos de la realidad boliviana (basta ver lo que sucede en la Asamblea Constituyente). Afortunadamente, Patzi ya ha encontrado resistencia particularmente de la Iglesia Católica y otros grupos que se oponen a este “modelo comunitario” y ha debido ceder posiciones al respecto, lo cual por supuesto es alentador. Lo lamentable (aunque de alguna forma comprensible) es que con toda la pelea por el gas y la Asamblea Constituyente, la educación esté en último lugar en la lista de prioridades no sólo del gobierno sino de las personas.
No sólo en educación, sino también desde una visión más global del comunitarismo en Bolivia, el problema está en que Bolivia es un conjunto muy diverso (mucho más que otras naciones) de étnias, culturas, idiomas, etc. Si la búsqueda de un “comunitarismo” se da privilegiando una sola visión de comunidad (aquella que por ahora ostenta el poder), el riesgo de tratar de imponer esta visión está en que comunidades de otro tipo y en particular las minorías se vean amenazadas, no sólo económicamente sino existencialmente. Al ver amenazada su existencia, estas minorías podrían estar dispuestas a unirse por su supervivencia y pelear hasta las últimas consecuencias, lo que siempre ha sido caldo de cultivo para las más cruentas guerras civiles de la historia.
Específicamente, este gobierno ha hecho énfasis en la búsqueda de una sociedad “multi-étnica, multi-cultural, pero integradora”, el problema es que nuestra sociedad, como ya se mencionó, es multi-étnica y multi-cultural, pero el MAS (de la mano de Morales y Patzi), al proponer su particular modelo comunitario, define la “integración” como el sometimiento de las decisiones individuales a la comunidad, entendida en este caso como el “estado indígena”, y no como el respeto a las diferencias entre las comunidades que conviven dentro de Bolivia. La muestra más clara de esto es el llamado del propio gobierno a la “comunidad” a “defender en las calles o con las armas su propuesta en la Asamblea Constituyente”, desconociendo totalmente las instituciones nacionales, Swift Codes incluyendo a la propia Asamblea Constituyente, que se supone es la máxima institución donde están representadas todas las colectividades y puntos de vista que cohabitan Bolivia y que le dan forma. Si el resto de las “comunidades” hiciera lo mismo, estaríamos enfrentados al fantasma de una contienda fratricida.

http://www.rubin-de-celis.com/blog/2006/09/24/educacion-comunitarismo-y-autoritarismo-en-bolivia/

El Modelo Comunitarista de Ciudadania






El comunitarismo nace como una reacción contra el individualismo liberal, especialmente contra las tesis individualistas del siglo XVII. El comunitarismo aparece como una crítica al concepto que los liberales tienen de la persona y sobre la doctrina política que esta concepción refleja.

Los comunitaristas creen que hay un fuerte vínculo entre la persona y el grupo al que pertenece, estos vínculos son constitutivos de la persona y su identidad. Esto no quiere decir que el comunitarismo no de importancia a los rasgos individuales como formativos del individuo, sino que da prioridad a los elementos comunitarios, o sea no a lo que nos hace diferentes de los demás, sino a lo que nos hace parecidos.

El modelo comunitarista de ciudadanía comporta una concepción de la política al servicio de la identidad colectiva, es por eso que pone énfasis en el grupo cultural o étnico, en la solidaridad por historia y tradición, diferenciándose del modelo liberal en que la política común está pensada para maximizar los beneficios individuales.

Para los comunitaristas, las creencias morales públicamente compartidas por un grupo son lo que da sentido a su ordenamiento político y jurídico, por ello este modelo defiende una primacía del bien sobre lo justo. La manera comunitarista de entender la sociedad hace que se contemple la posibilidad de que cada grupo social sea gobernado teniendo en cuenta sus particularidades y rehuyendo la tendencia liberal a hacer principios universales sin tener en cuenta las especificidades de cada grupo.

El comunitarismo (El comunitarismo)

Debido a los problemas del individualismo, algunos autores como Taylor, Sandel y Walzer[Nota 27] han planteado la necesidad de considerar los tenias clásicos del liberalismo desde una perspectiva comunitaria.
El modelo comunitarista es liberal por tres razones: primero, porque considera válidos ciertos conceptos típicamente liberales, como libertad, igualdad, derechos, justicia distributiva, etc; segando, porque no ve las instituciones liberales como algo que debe ser abolido o modificado en su totalidad, sino más bien las considera como algo que ha sido logrado a través de la práctica política de ciertos grupos sociales; tercero, porque distingue entre la justicia en general y la justicia distributiva: mientras que un comunitarismo socialista trataría de cambiar, por ejemplo, una cierta estructura económica y social como el capitalismo, el comunitarismo liberal afirma que se tienen que conservar ciertas estructuras mejorándolas mediante un sistema de justicia distributiva.
Sin embargo, aunque el modelo comunicaríais afirma ciertos valores liberales, explica de una manera diferente, así, abandona el individualismo ético, político y económico para dar cuenta nueva del sujeto social, de la cooperación y de la justicia distributiva.
Charles Taylor recurre a la idea aristotélica del hombre como animal social y político que no puede autorrealizarse fuera de la comunidad.
Según esta idea, el hombre sólo puede constituirse como sujeto moral dentro de una comunidad en donde existe un lenguaje y en donde haya un discurso moral. Todos los conceptos morales y políticos que usamos como el de persona, de dignidad, de autonomía, son logros históricos y culturales que necesitaron, para ser aceptados, de la existencia de ciertas instituciones y asociaciones estables y continuas. Estos conceptos no pueden ser considerados como elementos a priori que el hombre posee en una situación hipotética, previa al surgimiento de la política, sino que dichos conceptos son el resultado de movimientos políticos y sociales, que han quedado plasmados en las instituciones.
Un ejemplo de esta tesis lo constituye la interpretación comunitarista del concepto de libertad. Dicho concepto se basa en los siguientes supuestos: primero, el desarrollo de la libertad requiere de una comprensión del sujeto y únicamente mediante esta comprensión las aspiraciones del hombre de lograr cierta autonomía y autodirección se vuelven concebibles; segundo, la comprensión no es algo que podamos conquistar por nosotros mismos, sino que en gran parte es algo que se define a lo largo de nuestras conversaciones con otros y de nuestras prácticas en la sociedad.
Por estas razones la idea del hombre libre requiere de una matriz social. Por esta matriz social, y a través de una serie de prácticas, la sociedad les reconoce a los hombres el derecho que tienen de tomar decisiones y de participar en el debate político.
Otra característica del comunitarismo es la del sujeto dotado de una capacidad de elegir, pero también dotado de una capacidad de reflexionar.
La capacidad de elegir está restringida a varios planes alternativos y a las consecuencias probables que se obtendrían si se eligen esos planes, así como a la intensidad relativa de los deseos e intereses del agente.
Por su parte, la capacidad de reflexionar nos permite tener una comprensión de nuestra subjetividad que, si bien nunca es transparente, por lo menos no es tan opaca. La reflexión muestra que la subjetividad no es una idea fija, sino que se va conformando a través de la vida y por la participación en la comunidad. También la capacidad de reflexión permite que los agentes posean una autocomprensión en un sentido fuerte, permitiendo a los agentes participar en la constitución de su identidad.[Nota 28] Mientras que para el agente que elige, lo que importa es la deseabilidad de los consumos distintos, que son definidos por los deseos de facto; el que reflexiona también examina los distintos modos de ser un agente.[Nota 29]
La manera de concebir a la gente, característica del modelo comunitario, implica una manera peculiar de concebir a la comunidad. La comunidad vista por el modelo no es un instrumento ni un sentimiento sino una manera de autocomprensión. Esto equivale a decir que los miembros de la sociedad conciben su identidad por el grupo del que forman parte.
Para los defensores del comunitarismo, el problema del individualismo es que al distanciar los sujetos los sumerge en una circunstancia ajena a ellos. El sujeto del individualismo se encuentra fuera de la política ypor ello queda convertido en artículo de fe. En palabras de Sandel, [Nota 30] el individualismo minimiza el peligro de que cuando la política marcha mal surge el desencanto, y olvida la posibilidad de que cuando la política va bien nos demos cuenta de que podemos conocer en común lo que no podemos conocer solos.
El último punto que diferencia al comunitarismo del individualismo es el que se refiere a la manera de concebir la justicia distributiva.[Nota 31]
Los modelos que parten de la noción del hombre como animal social no parten, como lo hace el individualismo, de una situación hipotética estado de naturaleza, posición original, etc.- sino que afirman la existencia de una estructura social que es la condición del desarrollo de las potencialidades del hombre. Esta estructura puede ser la familia, la polis, la sociedad sin clases, etc.
Esto equivale a decir que existe una situación social antecedente, necesaria para plantear cualquier modelo de justicia distributiva. También significa que el tejido de la distribución está determinado por el carácter de los bienes que van a ser distribuidos, ya que éstos han variado históricamente.
Ahora bien, la estructura no puede ser cuestionada en nombre de la justicia distributiva; por ejemplo, si nos encontramos ante una sociedad de castas, tenemos que tomar en cuenta que se les dará más a aquéllos que ocupan un lugar privilegiado. Tampoco se podría objetar, en nombre de la igualdad, el status especial o el privilegio de un rey o un sacerdote en una concepción jerárquica de la sociedad. Estos aspectos son importantes para plantear el problema de la distribución, ya que si en una sociedad la estructura más importante es la familia, por ejemplo, no tiene porqué hacerse la distribución de acuerdo con los individuos. También es importante tomar en cuenta los bienes particulares para distribuir ya que éstos pueden variar.
El conocimiento de la estructura también permite conocer las potencialidades humanas y saber cómo pueden realizarse esas Potencialidades.
Una vez que se tiene detectada la estructura, se deben considerar los principios de la justicia distributiva. Tomando en cuenta que la idea del hombre como animal social está relacionada con la idea de un bien común, parece claro que ciertas personas merecen más que otras porque su contribución al bien común es más importante.
Esta idea está basada en un principio de contribución que Taylor llama: mitigado.
El principio de contribución mitigado tiene dos características: primera, la afirmación de que dado que la vida en común ayuda a los hombres a realizar sus potencialidades, aquellas personas que contribuyen más a la comunidad merecen más; segunda, la afirmación de que dado que la vida comunitaria es un bien en sí mismo, al adquirir ese bien estamos obligados a pagar una deuda, y ésta nos lleva a respetar los principios de la distribución.
Tanto las cuestiones de la estructura como las del principio de la contribución mitigada se derivan de la naturaleza de la asociación y de los bienes perseguidos en común. Esto significa que las demandas de la justicia distributiva pueden ser diferentes en distintos momentos de la historia y en sociedades diferentes.
El error de las teorías individualistas, incluyendo las igualitarias, consiste en operar como si existiera un criterio único de la distribución. Por su parte el comunitarismo afirma que puede haber varios criterios de distribución. En algunas circunstancias un criterio de distribución que responda a las necesidades puede tener prioridad sobre el criterio de la contribución.
Ahora bien, las sociedades occidentales se caracterizan por descansar en estructuras igualitarias. Por ejemplo, ya no pensamos que ciertos individuos porque nacieron en una determinada familia merecen más que otros, o que algunos individuos por ser de algún color merecen más.
Por esta razón, la idea que subyace a los problemas de la justicia distributiva es la idea de igualdad. Las ideas básicas respecto a la igualdad se expresan en una preocupación por nivelar las diferencias permitidas en salarios e ingresos y en una preocupación por implementar políticas igualitarias. Estas dos ideas igualitarias son las condiciones de posibilidad de la democracia, ya que su cumplimiento permite que un mayor número de personas tengan oportunidad de participar o de ser representadas en los debates políticos.
Creo que es evidente que el modelo que más se adapta al ideal democrático tal y como lo plantean Bobbio y Macpherson es el comunitarismo, por varias razones.
Primero, porque la democracia puede verse como un bien social en sí y no simplemente como un instrumento político que permite a los individuos satisfacer sus intereses particulares.
Segundo, por el énfasis que pone en la existencia de ciertas estructuras sociales previas a cualquier distribución, este aspecto nos obliga a considerar la importancia de los estudios empíricos sobre los grupos sociales. Dichos estudios nos pueden dar un conocimiento de las necesidades de la sociedad, señalando cuáles son los recursos que se deben distribuir y mostrando las posibilidades reales, aquéllas que van hacia la descentralización y la autoadministración.
Tercero, el modelo comunitario, al plantear la necesidad de tomar en cuenta la existencia de una diversidad de grupos dentro de una sociedad coincide con la visión de la democracia como una estructura piramidal. Macpherson piensa que puede existir una democracia directa a través de pequeños grupos, como habitantes de un barrio, obreros de una fábrica, asociaciones feministas, etc. En estos grupos se llevarían a cabo debates directos, se tomarían decisiones por consenso o por mayoría y se eligirían delegados que formarían un consejo en un nivel más amplio, como por ejemplo, un distrito o una pequeña ciudad. Los delegados contarían con instrucciones de sus electores y serían responsables ante ellos. Así se llegaría a un nivel más alto, como por ejemplo un consejo nacional.[Nota 32]
Cuarto, el comunitarismo permite tener una visión de la democracia como una conquista histórica y como un bien común que debemos conservar y perfeccionar para dar la oportunidad real, como lo afirma Bobbio, a que más personas participen en la vida política en un país.
Sin duda, con frecuencia creemos que este modelo es ilusorio o utópico, porque creemos que el comunitarismo es algo ajeno a nuestra realidad social. Sin embargo, nos queda la posibilidad de pensar acerca del comunitarismo, lo que Aristóteles pensó de la amistad, que no se asemeja a una emoción, sino a una virtud y como tal, requiere del hábito.[Nota 33]