“Pero padre si Uds. los líderes se desinflan, nosotros, los de la
base, peor”. Son las palabras de Martín un líder sin muchos títulos de un
barrio sub-normal de una ciudad: la mía. A que lideres se refiere a los líderes
del sector social y solidario, los investigadores sociales, maestros y
estudiantes, los que tienes un ministerio social, los que lideran las ideas
políticas y los empresarios.
Esto de comunitarismo se inicia por preguntarse sobre la
cuestión sobre qué es prioritario (el individuo o la comunidad) o es esencial
para analizar la mayor parte de los problemas éticos, sociales de nuestro
tiempo: La vida, el aborto, la libertad de expresión, las múltiples
manifestaciones culturales, el sistema de salud y muchos más.
Además, el
"Comunitarismo" es definido por sus críticos como: “todo
proyecto sociopolítico que pretende someter a los miembros de un grupo
determinado a las normas que se suponen propias de ese grupo (su comunidad); en
definitiva, controlar las opiniones y
los comportamientos de todos aquellos que pertenecen a su denominada "comunidad".
Pero el término "Comunitarismo" designa también una
ideología cuya función es la de
legitimar la reconstrucción de agrupaciones de individuos por sus orígenes, precisamente
de "comunidades"”1.
“Charles Taylor recurre a la idea aristotélica del hombre como
animal social y político que no puede autorrealizarse fuera de la comunidad”2.
Nos encontramos ante un término de polémica utilización, netamente
peyorativo: nadie se podría afirma profundamente “comunitarista”, creo.
Se condena el "comunitarismo" al tiempo que se elogian
las "comunidades". La globalización creciente, el desarraigo y la
tecnificación de nuestras vidas han provocado preguntas sobre la destrucción de
las comunidades, sus tradiciones, su entorno cultural y económico. Y todo ello,
ha conducido a plantear fuertes interrogantes sobre los límites
del Individualismo frente a la Comunidad.
Los
comentaristas beben de Hegel (como
denuncia del Idealismo Kantiano) proponiendo la inclusión del hombre en la
Historia), de Herder (para valorar la diversidad de pueblos y
culturas) y de Heidegger (para criticar la in-autenticidad moderna).
Somos seres sociales y nuestra
existencia se deriva de pertenecer a una Comunidad que nos ha precedido, que
heredamos. De ahí la reivindicación de bienes irreductibles a una razón
instrumental y económica. Una Comunidad es un ser vivo, una Historia en
movimiento, conjunto de muertos, de vivos y de porvenir vinculados todos a un
Proyecto Histórico en común.
A qué valores apelan los movimientos y son valores, estos, que se
leen necesariamente desde la dignidad de la persona humana. El Comunitarismo
apela a la solidaridad como el liberalismo lo hace con la libertad, el
socialismo con la igualdad y el
conservadurismo con el orden. En la perspectiva
comunitarista, la solidaridad no es un deber que se cumpla a regañadientes o
por obligación, con un cierto sentimiento de culpa y renunciando a los propios
intereses en aras de los intereses de los demás.
En la perspectiva comunitarista, la solidaridad, y el acto de
solidarizarse, se lee como un derecho que tiene toda persona u organización, el cual se
puede ejercer de manera autónoma y gozosa, satisfaciendo los intereses propios
y de los otros, llegando a ella por persuasión y seducción. Ejercer el derecho
a solidarizarse es participar activamente en la gestión del bien común, y puede
ser un derecho invocado por el sector público, privado, en tanto que se ejerza
de manera socialmente competente, socialmente responsable.
El modelo comunitarista considera
válidos ciertos conceptos como libertad, igualdad, derechos, justicia
distributiva, etc. Se considera “de izquierda” en los asuntos económicos y “de
derecha” en lo social.
Tomas de Aquino (Santo) “- se ordena a regir la comunidad de los
hombres entre sí -. Pero los hombres se relacionan unos con otros por los actos
exteriores con que se comunican unos con otros, y esta comunicación pertenece a
la razón de justicia, que es propiamente la directiva de la sociedad humana.
Por esto – concluye, Santo Tomás- la ley humana no impone preceptos sino actos
de justicia; y si manda algún acto de las otras virtudes, es sólo
considerándola bajo la razón de justicia”3. Como organizarse en una
sociedad comunitarista. Es complejo
llegar a determinar indicadores que reflejen comunitarismo, muchos
intentos se hacen pero no satisfacen plenamente la intención primera
Por ejemplo el mérito es un criterio muy importante pero
insuficiente, además de los problemas técnicos para evaluarlo, no existe un
órgano central para distribuirlo por toda la sociedad, existen zonas enteras
donde el mérito no se aplica: El amor y el afecto entre hombres y mujeres sólo
puede ser distribuido por ellos mismos y extraña sería la admisión de algún
criterio de merecimiento. Como la reputación, parte de las asignaciones
electorales de poder político podría ser efectuada sobre la base del mérito. El
mérito también vale fuera de las esferas donde es admitido tradicionalmente:
competiciones deportivas y desempeño escolar, por ejemplo, que poco tienen que
ver con el problema de la justicia social.
Al ver el modelo político, en
teoría, del comunitarismo, podríamos decir que es un modelo muy bueno, que se
convierte en una tabla de oportunidad para las comunidades ya que su fin es lograr la igualdad, la libertad la
justicia social y el recate de los valores perdidos, la ética y la solidaridad.
Pero, cuando damos un vistazo
no a los contenidos sino a la realidad que vivimos hoy nos damos cuenta
que encontramos en nuestro entorno un sin numero de organizaciones de la
sociedad civil constituidas por un ideal, una meta o un objetivo en común y en muchos casos comunidades organizadas
solo en el papel ( hay tantos requisitos para poner en movimientos los sueños)
por que en la praxis no encontramos desarrollo ni se ve que en sus asociados se
mejore calidad de vida.
Pero para nadie es un secreto que el buen nombre de las organizaciones sociales que
indican y la credibilidad de las mismas
se ha dado una crisis por que unas cuantas
Ong's, disfrazadas de buenos samaritanos, han utilizado a la sociedad “marginada”
con fines de enriquecimiento personal o que se han dejado manosear por la
politiquería y la corrupción.
Y gracias a estas malas jugadas de unos cuentos se ha generado una
cultura de seguir en la marginación, una sociedad que espera adormecida
inspirar lástima porque saben que muchas veces se les han generado expectativas
y esperanzas falsas desconociendo sus esfuerzos y trabajos impresos en la
consecución del bien para su comunidad muchas veces necesitada de reconocimiento
social y a cambio de esto encuentran
que han sido utilizados sus sueños y sus buenas intenciones para que unos cuentos logren sus objetivos
que no benefician a los más necesitados, por esta razón la apatía crece y la
pereza de salir de este estado de miseria se hace más grande al pensar que las
oportunidades son para unos pocos.
De ahí que la solidaridad, pilar básico del comunitarismo, nos
recuerda que debemos trabajar en equipo y defender y sacar adelante iniciativas
productivas y organizacionales que
mejoren nuestras condiciones de vida y generen progreso en esta sociedad en
extremo individualista.
Porque la palabra solidaridad no solo debe servir para hacer un
impactante discurso de amor a los otros y recargarlo de palabras conmovedoras
y esperanzadoras que llenen de ilusión los corazones de muchos y hagan que una que otra lagrima ruede por
sus mejillas al escuchar que es posible tener un sociedad mejor , donde no
exista la miseria, el hambre el abandono, la perdida del sentido de la vida y
el respeto por la misma , lo absurdo de obtener dinero y poder sin importar por
encima de quien toque pasar, quizás muchos se emocionarían tanto que tomarían
la decisión de ahora mismo ayudar a alguien pobre,. Pero la pobreza real no
esta en el rostro sucio de los niños, ni en la casa sin techo y con pisos de
tierra, ni en la carencia de agua, ni en la falta de alimento diario, porque hay
otro tipo de pobreza, una pobreza dañina que se encuentra en los corazones y mentes
egoístas, ambiciosos de poder que no se
sacian y que hacen cada día más daño, la pobreza se encuentra en esos que
maltratan a los niños, en aquellos que no sueñan, que no creen y que no hacen
nada ante el sufrimiento de los otros.
Lo anterior se transmite no solo a los alcances de la caridad
humana como alternativa de vida para muchas comunidades, sino que se proyecte
al escenario de la democracia en la cual
se regula el pacto reciproco entre estado y sociedad.
En la actualidad no es un secreto decirlo, la exclusividad social
se manifiesta también en el ejercicio de la función publica donde por ejemplo
el sistema del estado tributario colombiano con su consenso de privilegios,
exenciones y deducciones que en buena parte no tienen redistribución social
favorece primordialmente a un número reducido de personas naturales y
jurídicas, condenando a las grandes mayorías a la mas cruenta carrera por la
supervivencia mínima donde el ser humano termina siendo en el peor de los cosos
mano de obra barata, con remuneraciones paupérrimas que no alcanzan para una
digna alimentación, el pago de servicios públicos y mucho menos al ahorro,
reduciendo así la capacidad adquisitiva
y por ende en la implacable guerra del centavo en las capas medias y
bajas de la sociedad. Y quienes no son aceptados ni admitidos en la explotación
del ser humano son relegados a la condición de estorbo social.
Entender la relación del conjunto pleno de la sociedad con el
Estado, debe generar nuevas interpretaciones de los compromisos de las partes
en lo económico, en lo político, en lo cultural, en lo ambiental y en lo ético,
en la búsqueda del bien común.
Barajar las responsabilidades implica hacer reingeniería al
contrato social colombiano donde en lo posible se trace el protagonismo de las
mayorías como el estandarte a seguir en una reforma de esta naturaleza.
Es inadmisible que quienes ejercemos como constituyentes primeros
de la sociedad nacional colombiana, simplemente quedamos relegados al sitial de
observadores, ante una afrenta política sectorial más preocupada con el
desmonte de los artículos que garantizan la participación ciudadana del estado
social de derecho proclamado por la carta magna de 1991.
“El poder reside en el pueblo” por consiguiente en la sociedad
misma y de este se emana a las
instancias del poder, instancias que en muchos casos obran en contra del
bienestar colectivo y en contra del desarrollo social.
Cabe pensar en la
disyuntiva del poder pleno de un gobierno o del poder auto determinado ejercido
en conjunto por los gobernantes en calidad de voceros y ejecutores por los
sectores sociales organizados desde el nivel empresarial hasta las comunidades
marginadas en la extensión plural colombiana, pasando por los jóvenes, las
mujeres, los afro-colombianos los campesinos, los nunca antes escuchados que
piden desde la individualidad forzosa sus espacio de escucha para hacerse y
sentirse parte de este país.
Por esta razón el modelos comunitarista bien entendidos debería
extenderse a todos los rincones para fortalecer aquellos que con cosas pequeñas
están cambiando y renovando nuestro país,
trabajando incansablemente por su gente por ese mundo de sueños capaz de
hacer una nación a imagen y semejanza del sentir de cada colombiano donde se respete la
persona y la comunidad.
Autor: Pbro. Luis Ernesto Mendoza Suárez. (Vicerector Universidad de
Pamplona)
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