El liberalismo ha sido criticado desde el siglo pasado, desde diferentes frentes y partidos políticos, como los partidos socialistas, como de socialdemócratas, socialcristianos y de una infinidad de expresiones académicas, sociales y religiosas, incluido el pensamiento de liberación latinoamericano, la doctrina social católica, movimientos ecologistas y de derechos humanos, entre muchos otros.
A inicios de la década
ochenta, apareció en Estados Unidos y Canadá una corriente de pensamiento filosófico,
político y moral denominada comunitarista. Este movimiento intelectual no
constituye un conjunto unificado sino más bien un conglomerado de versiones
libres.
El
Comunitarismo surge como una propuesta teórica y filosófica, que pretende
construir una alternativa (tercera vía) entre el liberalismo y el socialismo
marxista (Estado y colectividad), viendo la necesidad de construir una opción
capaz de configurar un nuevo orden mundial, donde el protagonismo de la
sociedad resulta esencial ante el predominio de los mercados y las sociedades
estatizadas.
De ahí viene el lema
comunitarista que viene a constituirse en su bandera distintiva: ni liberalismo
ni estatismo: ¡comunitarismo!
Pero
¿qué caracteriza al comunitarismo? Muchas cosas, por ejemplo el comunitarismo
critican el carácter individualista del modo de producción liberal y se
presenta como una filosofía política que sustenta a la llamada socioeconomía
de la solidaridad. Dicha doctrina, pretende reconducir la ciencia económica en
el seno del contexto social y moral, con criterios de racionalidad, para lograr
la justicia y la solidaridad, y no solamente la maximización de las ganancias.
El
comunitarismo como lo sugiere Amitai Etzioni, uno de sus mas connotados y
comprometidos autores, en su libro La Nueva regla de Oro “…pasa por encima de
la vieja discusión entre pensamientos de izquierda o de derecha y sugiere una
tercera filosofía social”. La razón básica que hace indispensable este
reordenamiento es que el mapa izquierda-derecha se centra en el papel del gobierno
en contraposición con el sector privado y en la autoridad del Estado en
contraposición con el individuo”. El eje de reflexión para el comunitarismo,
más allá del dualismo Izquierda-Derecha, es la relación entre la persona y la
comunidad, las necesarias autonomías y libertades para la persona en un
proyecto democrático y el necesario orden para que la comunidad logre formas de
justicia integral.
A
una izquierda que considera que es el Estado el mejor sujeto para resolver la
agenda social y económica de una sociedad, y a una derecha que en el mismo
sentido deposita la totalidad de sus apuestas en el mercado, el comunitarismo
propone una concurrencia del Estado, del mercado y de un fuerte sector de
empresarialidad social y solidaria en la gestión del bien común.
A
una derecha que reivindica el capital como factor de producción y a una
izquierda que reivindica el trabajo, el comunitarismo propone reconocer a
estos dos factores como generadores de riqueza económica e invita a que el
capital, sin incurrir en prácticas especulativas, y el trabajo, sin incurrir en
prácticas burocratizadas, sumen esfuerzos con otros factores de producción como
la tierra, la tecnología y el conocimiento y superen cualquier tipo de práctica
rentística y coadyuven en la generación de una cultura de empresarialidad y de
empresarios que deje atrás la cultura de negocios y negociantes. El
comunitarismo supone más empresarios y menos negociantes en los tres sectores
de la vida económica y social de una comunidad: el privado, el público y el
solidario.
De otra parte, el comunitarismo se diferencia claramente del
conservadurismo, del liberalismo y del socialismo. Se presenta como una
propuesta diferente a cada una de esas escuelas, por la vía de retomar en forma
crítica y propositiva los conceptos fundamentales que son característicos en
cada una de esas escuelas políticas.
Así,
el comunitarismo reconoce principios tan importantes como el orden y la
autoridad. Afirma con claridad que el orden ha de ser entendido desde una
perspectiva dinámica, no quietista, y ha de ser objeto de construcción social
y no como un acto revelado por una persona o grupo parcial de una comunidad.
Para el comunitarismo el
binomio autoridad - obediencia es necesario en cualquier comunidad, pero exige
no confundirlo con el binomio poder - servilismo.
Del
liberalismo, el comunitarismo rescata la valoración que aquel hace por los
principios de autonomía y libertad. El comunitarismo afirma la necesidad de que
cada sujeto social que legítimamente invoque estos principios, los ejerzan en
el horizonte de la responsabilidad social. Ni libertinaje ni autonomía
irresponsable caben dentro de una perspectiva comunitarista, la cual reconoce
la autonomía y la libertad de la persona y de los diversos estamentos de la
sociedad civil como principios intrínsecos a un proyecto democrático.
Con
el socialismo el comunitarismo comparte su interés por la justicia social pero
lo hace reivindicando la digna diversidad y no dentro de lógicas que colinden o
apuesten por modelos colectivistas de vocación igualitarista. La digna distribución
de riqueza económica, poder político, poder cultural son propias de una visión
comunitarista.
El
comunitarismo supera la visión dualista privado vs público y reconoce la
necesaria concurrencia de estos dos sectores, con sus respectivas lógicas
económicas y formas jurídicas en la gestión del bien común. Reconoce además de
manera explícita, como otro protagonista en la gestión del bien común, a esas
formas de emprendimiento solidario propias del tercer sector, de la economía
social y solidaria, y la necesidad de la construcción de un derecho solidario.
En
la perspectiva comunitarista, el mercado, el estado y los emprendimientos
solidarios han de contribuir en la generación de riqueza económica, en su justa
distribución y en el desarrollo de capital social de toda comunidad.
El
comunitarismo afirma la necesidad de entender la democracia no sólo como un
procedimiento sino también como la construcción cotidiana de actitudes y
hábitos que permitan hacer trámite creativo de la diversidad, de la complejidad
de intereses y conflictos que transitan por la trama social de las comunidades
contemporáneas.
Las
manifestaciones tanto representativas como participativas de la democracia son
necesarias en una visión comunitarista. La apelación a la representatividad
por la vía de partidos políticos contribuye a tramitar los diversos intereses
que confluyen en un tiempo y espacio comunitaristas y el comunitarismo reconoce
la importancia de los partidos como tejedores de voluntades colectivas y
canalizador de liderazgos personales.
Desde
el comunitarismo se puede revisar de manera crítica las prácticas propias de
los regimenes presidencialistas y modelos centralizados de la gestión
territorial. Por ser una escuela política que cree en la necesaria distribución
de ese bien social que es el poder político, se podría afirmar que el
comunitarismo acogería con entusiasmo todo avance institucional en la vida
política de un país, que contribuya a lograr los rasgos de un modelo de régimen
parlamentario y la profundización de una mayor autonomía en la gestión
territorial.
El
comunitarismo tiene un fundamento antropológico, la persona, que supera la visión
individualista de estirpe liberal privatista y también trasciende aquella
visión que reduce al ser humano a ser solo un ciudadano preocupado por la
construcción de lo público estatal.
La persona integra sus dimensiones privadas y públicas
y busca aumentar la coherencia comportamental entre estas dos esferas de la
vida cotidiana entendiendo que desde cada una de ellas se puede construir o
destruir el bien común.
La
noción de persona y la escuela de pensamiento que la promueve encuentra en las
escuelas del personalismo comunitaristas de Emanuel Mounier, católico francés
que vivió en la primera mitad del siglo XX, y del judío Martin Buber, autor de
YO-TU, sus más reconocidas fuentes filosóficas a las que se suman los aportes
que desde México para el mundo hiciera el Nóbel de literatura Octavio Paz.
El Comunitarismo apela a la
solidaridad como el liberalismo lo hace con la libertad, el socialismo con la
igualdad y el conservadurismo con el orden.
En
la perspectiva comunitarista, la solidaridad no es un deber que se cumpla a
regañadientes o por obligación, con un cierto sentimiento de culpa y
renunciando a los propios intereses en aras de los intereses de los demás. En
la perspectiva comunitarista, la solidaridad, y el acto de solidarizarse, se
lee como un derecho que tiene toda persona u organización, el cual se puede
ejercer de manera autónoma y gozosa, satisfaciendo los intereses propios y de
los otros, llegando a ella por persuasión y seducción. Ejercer el derecho a
solidarizarse en clave comunitarista es participar activamente en la gestión
del bien común y puede ser un derecho que se invoque por el sector público, por
el sector privado y el tercer sector, los tres sectores tendrán el deber de
ejercer ese derecho de manera socialmente competente y responsable.
Si
el liberalismo como escuela de pensamiento político hizo las aportaciones
necesarias para construir un modelo de estado de derecho que hoy también es
reivindicado por las escuelas conservadoras y el socialismo propició la
construcción de un modelo social benefactor de estado, es apenas legítimo que
el comunitarismo, amén de reivindicar una nueva figura antropológica como es la
persona para la construcción de lo político, proponga una visión de sociedad
civil como el espacio de la autonomía democrática y responsable y la
construcción de un modelo de Estado Comunitaristas, que no caiga en las
veleidades del neoliberalismo ni del burocratismo.
Cabe en las posibilidades
del comunitarismo configurarse como un cuerpo de doctrina que de paso a la
creación de un nuevo movimiento político, partido político, de vocación
histórica.
El
comunitarismo así mismo retoma el ideal cristiano del “ama a tu prójimo como a
ti mismo”, lo que equivale a un principio universal de ciudadanía, que parte de
la necesidad y conveniencia “de ponerse en los zapatos del otro”, para
posibilitar la construcción de una sociedad equitativa y con justicia social.
El comunitarismo, con su antropología y
visión de sociedad y Estado, es una invitación a la creatividad social y
política (nada más cerca de la fe que el acto creativo como dijo Miguel de
Unamuno).
Alberto Buela
Montivedeo, 2002
no se entiende
ResponderEliminarSe entiende muy claramente. Muy buen aporte.
ResponderEliminarAl leerlo, resonó mucho en mi la similitud del comunitarismo con el keynesianismo. ¿Hay algún vínculo entre estas perspectivas sobre la economía política? Pareciera que el segundo es, más bien, la expresión económica de la teorética del primero. Sería interesante analizar en qué medida los autores exponentes de una y otra aproximación dialogan.
Es por esto mismo que me gustaría poder leer un poco más acerca de ésto. ¿Hay algún texto en el que pueda basar mi estudio? Aparte de los que se mencionan en el texto haciendo referencia al comunitarismo personalista, ¿puedo encontrar algún escrito sobre el comunitarismo moderno que me pueda ilustrar con más detalle las ideas que aquí se exponen?
Desde ya, felicitaciones y muchas gracias.